lunes, 20 de marzo de 2017

SOLO UN GATO



Sin duda él me eligió a mí, yo sólo me rendí. Cuando al fin le presté atención seguro que llevaba ya tiempo observándome. Alguna vez lo había visto deslizándose sigilosamente por el césped e intentando atrapar algún gorrión, que se burlaba de él desde lo alto de la pérgola. Pues bueno, y qué, un gato. Yo a lo mío. Tuvo que subirse al alfeizar y mirarme a través del cristal para que me fijara en él.

Luego vino el cortejo, tan accidentado como todos los cortejos. Yo corría tras él y le chillaba, le amenazaba con la escoba, si es que a Antonio no le gustan los gatos y a mí no me gustan las discusiones, pero me tenía calada, se subía a la valla de un salto y otra vez se paraba a mirarme con largos ojos de agua. Imperturbables.

A veces maullaba muy flojito, como un bebé.

Un día le puse un platito de leche, ahí morí, pero tenéis que entenderme, tan sola, sin hijos... Lo que provocó eso no quiero ni recordarlo. El día que se coló por la ventana mi matrimonio salió por la puerta. Y a mí, como que me dio igual. Todos me sermoneaban, ¿es que te has vuelto loca? ¿De verdad vas a perder a tu marido por un gato? Sin duda tenían razón, pero ¿cómo puedo yo querer a un hombre que me priva de mi único consuelo?  De repente ya Antonio era otra persona. Despiadado, cruel, sin sentimientos.

Ahora estamos los dos solos y nos entendemos sin palabras. No sé como lo hace, pero me parece que es él el que dirige esta relación.  Cuando Antonio llama al timbre se pone delante de la puerta y maúlla muy flojito y me mira, como diciendo, no le vayas a abrir.

Y yo me siento y el salta a mi regazo.


Y a veces, cuando le acaricio detrás de las orejas y se deja hacer ronroneando, me mira de una forma tan benévola que me entran ganas de bajar la cabeza y esperar a que me acaricie él a mí.  

QUESO



Queso. Groing, groing, huelo a queso. Miro. Un gato. Groing, groing, hay un gato. Ahí está, en medio de la cocina. Ese gato. Es nuevo, antes no estaba, el gato. La estúpida mujer. Ella lo trajo, la estúpida mujer. Puso el queso. En el suelo, junto a la pata de la mesa, queso delicioso. Cerca el gato, tumbado el gato, dormido el gato. Ratón listo, ratón no sale, la estúpida mujer.

Groing, groing, huelo a queso.

Groing. El queso. Queso delicioso. Groing. ¿Correré? Tonto ratón, saldrá el ratón, cogerá el queso, ¿correré? ¿Y el gato? ¿Más rápido, el gato? ¿Despierto, el gato?

Groing, groing. Estúpido gato.

Groing. Quiero queso. Queso, yo quiero queso. Miro, gato dormido. Salgo, corro, gato dormido. Estoy cerca. ¡Gato despierto, gato que abre un ojo!¡Gato que salta!

¡Hi, hi, hi!


¡Estúpido queso!

EL MENTIROSO



Estoy hecho un lío, no sé que voy a hacer, a las mujeres no hay quien las entienda. El caso es que estoy convencido de que no tiene razón, yo solo actué como hace ella siempre. Con la mejor intención. Tampoco es para cabrearse tanto.

 Cuando empezamos a salir yo no me aclaraba. Ella me gusta un montón, está buenísima, y es  alucinante, pero yo no comprendía nada de lo que pasaba por su cabeza. Si le preguntaba “¿Te vienes al cine el sábado, que tengo unas entradas?” Ella me respondía, “Uy, no sé, el sábado lo tengo muy ocupado”, y se reía. Entonces yo, tan normal, sin cabrearme ni nada, le respondía; “No te preocupes, no pasa nada, me voy con un amigo”. Civilizado ¿no? Pues ella iba y se ponía de morros y no me hablaba en una semana. ¿Pues no había dicho que no podía ir? Y al final resultaba que sí que quería ir y yo no me había enterado. Y así una vez, y otra. Yo estaba hecho polvo. Hasta que se lo conté a mi hermano Paco, que es un máquina en eso de ligar, y él se rió y me dijo que no hiciera caso, que las mujeres siempre lo decían todo al revés. Que si te dicen que no pero se están riendo, quiere decir que sí, que sí que quieren. En cambio si están enfadadas y con ojos que echan chispas es mejor mantenerse a distancia. Solo hay que fijarse en la cara que ponen.

Yo soy un tío muy simple, (tonto no, ¿eh?), así que a partir de ahí siempre hice lo contrario de lo que me decía. Por ejemplo, si me decía que no le podía dar un beso; “que no, que aquí no, que nos están mirando”, yo iba y se lo daba de todas maneras, y se ponía tan contenta, y de esa manera estábamos la mar de bien. Y así llevábamos unos seis meses. Todo iba perfecto hasta el otro día, hasta que ella me hizo la pregunta, y a mí me entraron ganas de salir corriendo, porque ahí había lío seguro. Y es que en ese momento no podía ir a buscar a mi hermano. Habíamos estado todo el fin de semana juntos, en su casa, porque sus padres estaban de viaje. Estudiando para el examen de latín, en teoría. El domingo por la noche al despedirnos me dijo muy bajito; “¿Pero tú me quieres?” Y yo me quedé parado y no supe qué decir. Y que no es que no la quiera, que creo yo que sí que la quiero, porque cuando paso unos días sin verla me entra como una angustia y un dolor muy raro en el pecho, parecido a la gripe pero distinto. En serio que me pongo malísimo, pero lo mismo se lo digo y le sienta mal. Así que me quedé callado, y vi que se estaba mosqueando.  Y al final pensé; pues hago lo mismo que hace ella y ya está. Así que le respondí “¿Yo a ti? Por supuesto que no, que no te quiero”. Y me reí.

Lo que hace ella siempre.

Creía que lo había hecho perfecto pero se ve que no, porque me soltó una ostia, incluso me tiró el diccionario de latín a la cabeza (la muy burra), y cerró la puerta de un portazo y ahora no hay manera de que me coja el teléfono. Ni lee los whatsapp ni el Facebook, ni nada de nada. Tengo un agobio que no veas.

Le he preguntado a Paco y me ha dicho que lo que tengo que hacer es escribirle una carta de amor, muy cursi, diciéndole que la quiero y todo eso. Que a las mujeres eso les encanta. ¿Pero no me dijo que hay que hacer siempre lo contrario? Tendré que decirle que no la quiero, ¿no?

Paco se ha reído de mí y me ha dicho que no tengo arreglo, que mejor que me cuelgue de un árbol y que le deje en paz. Y se ha ido y me ha dejado aquí tirado.

¿Y yo ahora que hago? ¿Le digo que la quiero o le digo que no la quiero?

Por favor, dime qué hago.

NOTA: Si me ayudas te regalo un antifaz del zorro.

Vera, 15 de marzo de 2017