El pequeño Xiu
guardaba un grillo en una cajita de madera. La cajita era en realidad una
pequeña jaula, hecha con palitos torneados, por entre los cuales podía entrar
el aire sin dificultad. Así, el grillo podía respirar.
Xiu lo había
encontrado debajo de la pila de lavar del patio y, después de perseguirlo
durante mucho rato, había conseguido cazarlo. Todos los días, por las tardes,
le llevaba minúsculos trocitos de tomate y de lechuga y mataba mosquitos para
él. También le ponía un poco de agua en un tapón, aunque no sabía si los
grillos bebían agua. Por si acaso.
Por las noches se
llevaba el grillo a su habitación y lo escondía debajo de la cama. La
existencia del animal era un secreto. Nadie debía saberlo. El niño no tenía muy
claro que a sus padres les gustaran los grillos.
El pequeño Xiu
nunca había tenido una mascota. Ahora ya tenía una.
Y sin embargo… Había un problema. El grillo estaba triste.
No quería cantar. Daba igual que el niño le llevara trocitos de tomate, o moscas,
o que lo empujara con un palito. No importaba si hablaba con él mucho rato o si
le contaba historias. El grillo no quería y no quería. Y no había que darle más
vueltas.
Y por eso él estaba
triste también.
Llegó el verano, y
Xiu puso la cajita en el alfeizar de su ventana. Ya no le importaba que la vieran. Pensaba que al oír a los otros grillos el
suyo se pondría a cantar también, pero no fue así.
Una calurosa noche
de agosto el niño no podía dormir del calor. Se levantó y miró al animalito, acurrucado
al fondo de la pequeña jaula. Y sin cantar. Cogió la jaula, se fue descalzo al
patio, y allí la abrió.
Xiu se acostó y
dejó la caja ya vacía en el suelo, junto a su cama. Se durmió en seguida. En
sus sueños los grillos atronaban.
Desde entonces cada
vez que Xiu veía la pequeña jaula de madera oía el canto de los grillos de agosto.
HAIKUS
Una luna redonda
El saltamontes
brinca;
Demasiado lejos.
El agua nueva
Hoy las plantas crepitan;
Es primavera.
Lengua de agua
Blanca barba en la orilla
Llena de algas.
De la luna menguante
Cuelga una estrella, como un
pendiente
De brillantes.
Pilar Candau Chacón
Vera, 11 de Junio de
2013